La investigación por el transfeminicidio de Sara Millerey González, ocurrido el pasado 4 de abril en Bello, Antioquia, ha dado un giro clave. Las autoridades confirmaron que han identificado a cinco personas que habrían participado en el crimen, y en las próximas horas se realizarán allanamientos para recolectar pruebas determinantes.
Las grabaciones de cámaras de seguridad en la zona rural donde fue hallada Sara serán fundamentales para esclarecer cómo ocurrieron los hechos. La mujer trans, de 32 años, habría permanecido más de dos horas en una quebrada, tras haber sido brutalmente golpeada y lanzada al afluente por sus agresores.
La Fiscalía, la Policía Nacional y la Sijín conformaron un equipo especializado para analizar la trazabilidad de los movimientos captados en video. Aunque aún no se confirma si Sara había recibido amenazas previas, hay versiones que indican que quienes la atacaron también habrían impedido que recibiera ayuda.
Desde la administración municipal se ha reiterado el compromiso de esclarecer el caso y se anunció la instalación de una mesa municipal de erradicación de violencias por razones de género, con el acompañamiento de entidades como la Gobernación de Antioquia, el ICBF y la Fiscalía.
La Defensoría del Pueblo y la ONU Derechos Humanos han exigido celeridad en las investigaciones y condenas ejemplares. Para la ONU, este tipo de hechos violentos “podrían escalar a actos de tortura”, y hacen parte de una preocupante tendencia de criminalización de las identidades de género en el país.
Por su parte, colectivos como Caribe Afirmativo han recordado que Antioquia es uno de los departamentos con más casos de transfeminicidios, y alertan sobre la urgencia de planes integrales que garanticen la protección de las personas trans en Colombia.
Nadie ayudó a Sara
La mujer transgénero fue encontrada con graves fracturas en sus extremidades, aferrada a unas ramas dentro de una quebrada y pidiendo ayuda a gritos. Aunque con vida, no recibió asistencia inmediata de los presentes, y ese detalle ha generado indignación y cuestionamientos públicos.
Detrás de esta omisión, según relataron personas cercanas al caso, se esconde una situación aún más alarmante y es el miedo. Varios testigos han coincidido en que hubo hombres vigilando la zona, grabando con sus celulares y, más grave aún, advirtiendo que nadie debía intervenir.
“Había unos manes parados, también con el celular grabando lo que le sucedía, y decían que no la ayudaran. Entonces hubo temor a intervenir por miedo a que los encendieran a bala”, relató un allegado a Sara en diálogo con el diario El Colombiano.